La poesía de las cosas pequeñas

Hay libros que llegan a las manos por casualidad, como si el destino tuviera un extraño sentido del humor. La verdadera dimensión del cielo, el nuevo poemario de Alberto Martín Méndez, me llegó en uno de esos días en que una se pregunta si vale la pena seguir leyendo poesía en un mundo que parece haber perdido el rumbo. Y resulta que sí, que vale la pena, especialmente cuando te topas con alguien que ha conseguido hacer de la sinceridad una forma de arte.

Alberto Martín Méndez es matemático, profesor en la Universidad de Vigo, y eso se nota en sus versos de una manera que no esperarías. No porque hable de ecuaciones —que no lo hace—, sino porque hay en su escritura una precisión, una economía de medios que recuerda a la elegancia de una demostración bien construida. Sus poemas están escritos en minúsculas, como si quisiera susurrar en lugar de gritar, como si entendiera que en estos tiempos de ruido constante, lo que más falta hace es la delicadeza.

El libro se estructura en tres partes que funcionan como círculos concéntricos: desde lo más íntimo («Sangre cercana») hasta lo más universal («Reflejo certero»), pasando por una reflexión sobre el mundo que nos está tocando vivir («Iris amarillo»). Y aquí es donde Martín Méndez demuestra que no es un poeta que se esconda en su torre de marfil, sino alguien que tiene los ojos muy abiertos a lo que ocurre a su alrededor.

En la primera sección, dedicada a las personas cercanas —madre, pareja, hijos—, el autor consigue algo que no es nada fácil: hablar de los afectos sin caer en el sentimentalismo. El poema que abre el libro, dirigido a la madre, comienza así: «toma, madre, / guarda en ese cajón estos poemas / para que cuando ya no estés / yo abra el cajón y los lea y te recuerde». Es una imagen tan sencilla y tan certera que duele. Porque todos hemos tenido o tendremos ese cajón, y todos sabemos que la poesía, al final, no es más que una forma de intentar detener el tiempo.

Pero donde el libro cobra una dimensión especial es en su segunda parte, «Iris amarillo», donde Martín Méndez se convierte en un cronista de nuestro tiempo con una lucidez que asusta. Su poema «en el chat» retrata a «gabriela paz terceiro», un personaje que representa la omnisciencia artificial de nuestros días: «es una sabelotodo / siempre tiene el as para matar el tres». Y termina con una reflexión que nos deja helados: «pero ya no tenemos sitio / y busco al sócrates que fui y le susurro / bendita ignorancia». En una época en la que Google lo sabe todo, Martín Méndez nos recuerda que quizás lo que más necesitemos sea recuperar el derecho a no saber, el placer de la duda.

También está el poema «cervantes», donde el autor se lamenta de que «ya los adolescentes no le dicen al pan pan y al vino vino / ya no utilizan frases hechas ni refranes». Y uno no puede evitar pensar en todas las conversaciones familiares en las que los adultos nos quejamos de cómo hablan los jóvenes, sin darse cuenta de que cada generación ha tenido su propio lenguaje. Pero Martín Méndez lo dice con una tristeza genuina, sin condescendencia, como quien constata una pérdida real.

La tercera parte, «Reflejo certero», es la más extensa y también la más ambiciosa. Aquí el poeta se enfrenta a los grandes temas: el tiempo, la memoria, la muerte, la búsqueda de sentido. Hay un poema, «espejo», que da título a la sección, donde dice: «es el charco y no el espejo / el que me devuelve fielmente lo que soy». Es una metáfora perfecta para describir cómo la poesía de Martín Méndez funciona: no nos devuelve una imagen idealizada de nosotros mismos, sino la verdad, con todo su barro y sus imperfecciones.

Algunos de los poemas de esta sección fueron escritos en Dublín, donde el autor viajó «con la pretensión de hallar el impulso que hiciera brotar de su alma toda la lírica que llevaba dentro». Y parece que lo encontró, porque poemas como «molly malone» o «viejo almacén» tienen esa calidad especial que solo surge cuando un poeta encuentra su voz en un lugar que no es el suyo.

No es un libro perfecto. Hay momentos en los que el autor se pierde en abstracciones que no acaban de cuajar, y otros en los que la ausencia de puntuación, en lugar de añadir fluidez, genera confusión. Pero estas son críticas menores a un conjunto que tiene algo que escasea en la poesía actual: honestidad. Martín Méndez no pretende deslumbrarnos con piruetas verbales ni con oscuridades pretenciosas. Simplemente nos cuenta cómo ve el mundo, y lo hace con una voz propia que no se parece a ninguna otra.

En una época en la que la poesía parece haberse refugiado en círculos cada vez más pequeños, libros como La verdadera dimensión del cielo nos recuerdan que la literatura puede seguir siendo un territorio de encuentro. Porque al final, como dice el propio Martín Méndez en uno de sus poemas, «siempre se puede cantar el canto de los pájaros / y oler el olor de la misericordia». Y en tiempos tan duros como estos, no es poco.

Ángela de Claudia Soneira

Título: LA VERDADERA DIMENSIÓN DEL CIELO

 Autor: ALBERTO MARTÍN MÉNDEZ

 Año de Publicación: 2025

Colección: Poesía

 ISBN-13: 978-84-18566-59-2

Editorial: Rilke

http://edicionesrilke.com

 PVP: 12 Euros (IVA Incluido).

 Págs. 68

 

 

Alberto Martín Méndez.

Nació en Pontevedra en 1963. Es licenciado y doctor en matemáticas por la Universidad de Santiago de Compostela, ciudad donde estudió y donde comenzó su actividad profesional, a la que está unido por lazos entrañables. En 1988 obtuvo un accésit del premio Adonáis de poesía con el libro Biografía de un traficante de no sé, publicado por Ediciones Rialp, S.A. Desde entonces, aunque no abandonó la poesía del todo y siguió publicando esporádicamente algunos poemas sueltos en suplementos y revistas, dedicó sus esfuerzos a su labor como matemático.

Actualmente es profesor del Departamento de Matemática Aplicada II de la Universidad de Vigo. El paso, raudo e implacable, del tiempo le ha hecho ver las cosas desde un prisma distinto y ha hecho revivir en él el deseo de colocar la poesía de nuevo en un lugar principal.

En 2024 publicó, en esta misma colección, El arco iris de más de ocho colores (Ediciones Rilke, 2024).

El año pasado publiqué, en esta misma colección, El arco iris de más de ocho colores (Ediciones Rilke, 2024).